En las últimas semanas, pero especialmente en los últimos dos días, los medios impresos le han dado particular importancia a lo que han representado en el último año “las redes sociales”, específicamente Facebook y Twitter, aunque todavía tienen la prudencia de mencionar otras como MySpace o Hi5.
Entre otras cuestiones, los autores de las notas en las que se toca la trascendencia de las redes sociales mencionadas, pasan por todas las reflexiones de rito y rigor que el protocolo periodístico obliga en la actualidad, en la línea de:
¿Con las redes sociales se incrementa o disminuye el contacto humano?
¿Son las redes sociales un lugar seguro para la convivencia humana nuestra o de nuestros hijos?
¿Debemos los adultos participar en las redes sociales en las que participan nuestros hijos?
Si ya tengo una cuenta en Facebook para estar en contacto con mis ‘amigos’ ¿Debo solicitar que mis hijos o mi esposo me incluyan como uno de sus ‘amigos’?
¿Qué debo pensar si mis hijos o mi cónyuge no me han aceptado como ‘amigo’ en Facebook?
Entre otras variaciones del mismo tema que, por lo general, desembocan en una retahíla de paranoias de adultos contemporáneos consternados por una serie de temas que van más allá de su control y de lo que puedan comprender medianamente bien..
¿Y como lo van a comprender si comienzan por agrupar sin discriminación alguna, a Facebook, Twitter, Hi5 y MySpace en el mismo rubro de “redes sociales”?
… Y luego, darle ese pinche nombre tan mamón “redes sociales”.
Yo pensaría que se trata de alguien que de a tiro no conoce bien, al menos, dos de los cuatro anteriores, o bien, ha desarrollado una nueva forma de pensamiento en la cual ha logrado despejar la necesidad de toda lógica.
Pero bueno, aprovechando que anda en el aíre, lo que a mí me ha llamado la atención de estos sitios, especialmente en los últimos seis meses (que ha sido cuando los he usado sin ninguna medida ni recato) ha sido la capacidad que tienen la gente para basar su conocimiento del que suscribe, o sea de mi, puramente en las pendejadas que me da por poner ahí.
¡No mamen!
Es impresionante cómo a los ‘amigos de Facebook’ les puede encabronar que seas capaz de hacer dos o tres cosas al mismo tiempo.
No es por joder, pero al menos las cosas que yo pongo en Facebook no requieren más de cinco minutos de concentración para escribirse.
Y, además, yo veo Twitter y Facebook como una especie de plática de bar al estilo de las películas en las que llega alguien a la barra y le cuenta las primeras cinco pendejadas que trae en la mente al cantinero, mientras este último se ríe o finge consternación o de plano desinterés.
No va más allá.
O es el equivalente a irte a echar ‘el cigarrito’ con el cabrón del piso de arriba para desconectarte un poco de todo cuando andas de Godínez en una oficina.
Pero la gente se clava y no lo ve así.
Es particularmente interesante observar cómo les preocupa el tiempo que le dedicas a Facebook
‘Ya ponte a trabajar’
‘Puta ¿Qué no tienes nada mejor que hacer?’
‘Se ve que no hay chamba’
Y, obviamente, dependiendo de quién vengan los comentarios, uno reacciona cagándose de risa, contestándole que a él o ella qué chingados le importa, o bien, tristemente, sintiéndose un poco alienado.
Eso sí, como lo comenté alguna vez en Twitter, que huevos de quien te hace alguno de los comentarios anteriores. Es tanto como quererte tirar mierda diciendo que vieron tu coche en el hotel de paso… Chingá ¿Y tú que hacías ahí? ¿Tu servicio social?
Pero, bueno, si bien Facebook y Twitter son ‘foros’ (otra palabrita que también me toca los cojones) en los que uno se pone de pechito para que lo juzguen, critiquen, molesten, humillen, alaben, entre otras, lo cierto es que, al igual que con el mail:
Es muy difícil transmitir la ironía en un comentario tan breve.
El comentario se queda ahí para que lo lea cualquier cantidad de gente cercana, tanto al remitente como al destinatario.
Lo anterior hace que lo que es ofensivo lo sea mucho más y lo que es buena onda, pueda ser bien o mal interpretado dependiendo del contexto en el que se esté leyendo.
Y así, en un principio, consideré hacer una limpia en Facebook, eliminando a una serie de personajes que creo que, en general, no tienen el humor o no están de humor para mis comentarios, pero cai en la cuenta de que tengo una serie de ‘amigos’ a quienes aprecio o de quienes me gusta estar enterado por distintos motivos, a pesar de que no les guste o entiendan lo que pongo.
Lo anterior me llevó a retirarme sustancialmente (no del todo) de Facebook y a arrimarme a este blog y a Twitter.
¿Porqué?
Porque tanto en Twitter como aquí, el que quiera leer lo que pongo, lo hace a sabiendas que puedo poner cosas que un día le parezcan simpáticas, otro día le parezcan ofensivas, otro día lo hagan cuestionarse mi sanidad mental, otro día lo hagan cuestionarse su propia sanidad mental y, más importante que todo, otro día no esté de humor y decida no leer lo que escribí, sin que tenga que aparecerte en el ‘feed’ de Facebook por cojones.
Y todo esto porque tenía ganas de contestar la pregunta que nadie me hizo de ¿Por qué un blog?
Pues ahí tienen.
* "Our Frank" Morrissey
yo no pregunté, pero gracias por la explicación, creo que al final, la necesitaba.
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