Una vez más, nos encontramos en esta entrañable época del año que comienza desde la última semana de noviembre y dura, prácticamente, hasta la primera quincena de enero, es decir, la temporada navideña o, para ser políticamente correcto, la temporada festiva.**
Por temporada festiva me refiero al periodo que abarca desde Thanksgiving hasta el día de los Santos Reyes, pasando por el día de la Virgen de Guadalupe, Hanukkah y Navidad.***
Pues bueno, es precisamente en esta época en la que a los medios de comunicación, electrónicos e impresos, les da por hacer la contabilidad de lo que ellos consideran los mejores o peores 10 o 25 o 75 o 100 o "n", productos del año.
La contabilidad referida puede abarcar:
• Los personajes mejor/peor vestidos
• Las mejores/peores fiestas
• Los mejores/peores álbumes
• Las mejores/peores canciones
• Las mejores/peores películas
Entre cualquier otra cantidad de elementos que a la sapiencia mediática le dé por contar, al estilo de The Count en Sesame Street, personaje que, traducido, no tiene puto chiste porque es el Conde que cuenta... En fin.
En general, la práctica de enlistar a mí me genera una gran apatía... Y ansiedad.
¿Porqué?
Primero la ansiedad, que es segundo en la lista de los sentimientos que a mí me generan las listas.
Yo soy uno de esos clavados que si leo una lista de algo que me resulte interesante, por ejemplo "Las 100 mejores canciones de 2009" o "Las 50 mejores películas de 2009", y dicha lista es publicada por un medio que para mí sea medianamente respetable, intentaré escuchar con oído crítico esas 100 canciones o ver esas 50 películas.
En este punto la ansiedad se divide en tres:
1. La ansiedad derivada del hecho de que, siendo el final de año, no he escuchado esas 100 canciones o visto esas 50 películas a tiempo, es decir, cuando salieron, lo cual, admito, es 100% estúpido pero, por algún motivo, me genera una gran angustia pensar que NO me va a dar tiempo de escuchar o ver con calma esas canciones o películas porque "ya vienen las próximas".
... Mismas que nunca escucho o veo a tiempo, no por estar escuchando o viendo las 100 anteriores, sino porque, en su momento, me da bastante hueva estar escuchando o viendo lo que cuatro-mamones-pseudo-intelectuales consideran como 'the next best thing'.
2. La ansiedad generada porque las canciones o películas que yo considero que deberían estar entre las mejores 10, generalmente, nunca coinciden con las que aparecen en las listas. Esto me hace encabronarme y frustrarme cada diciembre (o cuando sea que aparezcan las listas) y, por ejemplo, es especialmente frecuente en la entrega de los Oscar.
¡Nunca gana la puta película que yo quiero!
El encabronamiento que me genera la situación anterior hace que todos los años me tenga que dar auto-terapia durante varios días, explicándome, una vez más, que quienes están atrás de la elaboración de las listas normalmente pertenecen a alguno de los siguientes grupos:
a. Una banda de cretinos aceitados por los dueños de la industria a la que pertenecen las listas, como es el caso de los premios Oscar o los premios MTV.
b. Una banda de hipsters impersonales que hacen suyas las opiniones que "publicaciones con autoridad" (en la onda de Pitchfork, Impose, Paste, Uncut, Q Magazine, NME, Onion A/V Club, The Village Voice, entre muchas otras) han decidido es lo mejor del año (como, según mi opinión) es el caso de las listas de las mejores canciones que publican en Ibero 90.9
3. La ansiedad que me invade cada vez que escucho, en las listas de fin de año, canciones buenísimas que no escuché a lo largo del año. Ya sea porque, como señalé en el punto 1 anterior, me da bastante hueva estar escuchando 'the next best thing' o porque de plano jamás había oído mencionar la rola en cuestión.
Curiosamente, esas canciones sobre las que rara vez o nunca se habló a lo largo de 12 meses, para diciembre, son del dominio de TODOS los enterados-modernísimos, y resulta que las conocen a la perfección y/o son fans o detractores desde principios de año (independientemente de que éstas haya salido en noviembre).
En relación con la apatía... Bueno, principalmente tiene que ver con que me abruma revisar las listas por miedo a entrar en los estados de ansiedad antes descritos.
Y con el hecho de que a mí me parece raro no poder hablar con alguien de la música o de las películas o de los libros en los que estoy metido, porque, en su momento, nadie estaba metido en eso mismo, o bien, después, resulta que viene cualquier pendejete a corregirte o decirte que estás atrasado.
Quiero aclarar que el término 'pendejete' no lo uso a la ligera.
Por 'pendejete' me refiero a la calaña de cabrones que, a sus tiernos veintitantos años, te sueltan con gran frescura que ellos nunca han escuchado lo "nuevo de U2", sin tener puta idea desde cuando empezó "lo nuevo de U2" o qué carajos significa eso.
Como ejemplo, postulan:
Yo no escucho lo nuevo de U2, se me hace que se vendieron después del 'Pop'.
O bien:
La neta es que a mí nunca me gustó mucho el 'Nevermind' de Nirvana, se me hace que está súper-sobre-producido.
Cuando quienes llevan escuchando U2 desde hace años, te podrían alegar, con lujo de argumentos, precisamente, que U2 se salió de carril desde el 'Achtung Baby' y volvió a agarrar ritmo en el 'All That You Can't Leave Behind'… U otros, también del camp de los fans a rajatabla podrían alegar, durante horas, que realmente todo lo que ha pasado con U2 ha sido parte de una evolución y que es lógico que regresen a sus raíces.
En lo que hace a Nirvana, casi cualquiera que haya estado ahí... Y que se haya fijado y que no hubiera estado totalmente clavado en Milli Vanilli, puede constatar que, en la época que salió el 'Nevermind', prácticamente toda la rotación de videos de MTV, así como de la programación de las estaciones de radio, incluyendo KROQ o Rock 101, rebosaban con actos que sí podrían considerarse súper-sobre-producidos.
... De ahí que Nirvana y su génesis fueran un muy buen recibido descanso.
Y no quiero decir que esté en contra de analizar en retrospectiva la música o las películas o lo que sea.
Por el contrario, lo único que quiero decir es que en MÍ opinión es necesario revisar el momento y el contexto en el que fueron lanzados.
Sí, es probable que, a la distancia, 'Nevermind' esté sobre-producido si se le compara con 'Bleach'... Es más, si se le compara con lo que alrededor de esa época estaban haciendo grupos que fungieron como influencia de Nirvana, pero si alguien se va a aventar la puntada de afirmar eso, por lo menos que tenga la delicadeza de decir con base en qué le hubiera gustado cómo sonara ese álbum.
Y ahora prácticamente me he quedado jadeando gracias a la intensidad que le acabo de meter a un esbozo de discusión... Sólo como ejemplo no-intencional de porqué me angustian las listas de fin de año.
Y por el momento, eso es todo.
... Salvo por las siguientes aclaraciones:
* "Fake Tales of San Francisco" Arctic Monkeys (banda que nomás no acaba de gustarle a los hipsters... Y por lo cual, estoy eternamente agradecido).
** Ser "políticamente correcto":
1. Me importa un carajo.
2. En español, no tiene un significado lógico porque es una traducción literal.
3. En México puede implicar:
a. Comportarse correctamente conforme dictan los lineamientos de los políticos mexicanos.
b. Ser un político correcto, que sería tanto como ser un correcto hijo-de-la-chingada.
*** Intencionalmente no quiero incluir en la "temporada festiva" el día de la Candelaria porque no se bien qué significa, ni me importa, y lo cierto es que, para febrero, los puñeteros propósitos de año nuevo se han tirado, afortunadamente, a la coladera y comienza propiamente el año.
"... I thought that I knew it all, I'd seen all the signs before. I thought that you were the one... In darkness my heart was won..." DEAD CAN DANCE The Ubiquitous Mr. Lovegrove
martes, 15 de diciembre de 2009
miércoles, 2 de diciembre de 2009
"Our frank and open, deep conversations, they get me nowhere... They bring me down, so give it a rest, won't you?" *
En las últimas semanas, pero especialmente en los últimos dos días, los medios impresos le han dado particular importancia a lo que han representado en el último año “las redes sociales”, específicamente Facebook y Twitter, aunque todavía tienen la prudencia de mencionar otras como MySpace o Hi5.
Entre otras cuestiones, los autores de las notas en las que se toca la trascendencia de las redes sociales mencionadas, pasan por todas las reflexiones de rito y rigor que el protocolo periodístico obliga en la actualidad, en la línea de:
¿Con las redes sociales se incrementa o disminuye el contacto humano?
¿Son las redes sociales un lugar seguro para la convivencia humana nuestra o de nuestros hijos?
¿Debemos los adultos participar en las redes sociales en las que participan nuestros hijos?
Si ya tengo una cuenta en Facebook para estar en contacto con mis ‘amigos’ ¿Debo solicitar que mis hijos o mi esposo me incluyan como uno de sus ‘amigos’?
¿Qué debo pensar si mis hijos o mi cónyuge no me han aceptado como ‘amigo’ en Facebook?
Entre otras variaciones del mismo tema que, por lo general, desembocan en una retahíla de paranoias de adultos contemporáneos consternados por una serie de temas que van más allá de su control y de lo que puedan comprender medianamente bien..
¿Y como lo van a comprender si comienzan por agrupar sin discriminación alguna, a Facebook, Twitter, Hi5 y MySpace en el mismo rubro de “redes sociales”?
… Y luego, darle ese pinche nombre tan mamón “redes sociales”.
Yo pensaría que se trata de alguien que de a tiro no conoce bien, al menos, dos de los cuatro anteriores, o bien, ha desarrollado una nueva forma de pensamiento en la cual ha logrado despejar la necesidad de toda lógica.
Pero bueno, aprovechando que anda en el aíre, lo que a mí me ha llamado la atención de estos sitios, especialmente en los últimos seis meses (que ha sido cuando los he usado sin ninguna medida ni recato) ha sido la capacidad que tienen la gente para basar su conocimiento del que suscribe, o sea de mi, puramente en las pendejadas que me da por poner ahí.
¡No mamen!
Es impresionante cómo a los ‘amigos de Facebook’ les puede encabronar que seas capaz de hacer dos o tres cosas al mismo tiempo.
No es por joder, pero al menos las cosas que yo pongo en Facebook no requieren más de cinco minutos de concentración para escribirse.
Y, además, yo veo Twitter y Facebook como una especie de plática de bar al estilo de las películas en las que llega alguien a la barra y le cuenta las primeras cinco pendejadas que trae en la mente al cantinero, mientras este último se ríe o finge consternación o de plano desinterés.
No va más allá.
O es el equivalente a irte a echar ‘el cigarrito’ con el cabrón del piso de arriba para desconectarte un poco de todo cuando andas de Godínez en una oficina.
Pero la gente se clava y no lo ve así.
Es particularmente interesante observar cómo les preocupa el tiempo que le dedicas a Facebook
‘Ya ponte a trabajar’
‘Puta ¿Qué no tienes nada mejor que hacer?’
‘Se ve que no hay chamba’
Y, obviamente, dependiendo de quién vengan los comentarios, uno reacciona cagándose de risa, contestándole que a él o ella qué chingados le importa, o bien, tristemente, sintiéndose un poco alienado.
Eso sí, como lo comenté alguna vez en Twitter, que huevos de quien te hace alguno de los comentarios anteriores. Es tanto como quererte tirar mierda diciendo que vieron tu coche en el hotel de paso… Chingá ¿Y tú que hacías ahí? ¿Tu servicio social?
Pero, bueno, si bien Facebook y Twitter son ‘foros’ (otra palabrita que también me toca los cojones) en los que uno se pone de pechito para que lo juzguen, critiquen, molesten, humillen, alaben, entre otras, lo cierto es que, al igual que con el mail:
Es muy difícil transmitir la ironía en un comentario tan breve.
El comentario se queda ahí para que lo lea cualquier cantidad de gente cercana, tanto al remitente como al destinatario.
Lo anterior hace que lo que es ofensivo lo sea mucho más y lo que es buena onda, pueda ser bien o mal interpretado dependiendo del contexto en el que se esté leyendo.
Y así, en un principio, consideré hacer una limpia en Facebook, eliminando a una serie de personajes que creo que, en general, no tienen el humor o no están de humor para mis comentarios, pero cai en la cuenta de que tengo una serie de ‘amigos’ a quienes aprecio o de quienes me gusta estar enterado por distintos motivos, a pesar de que no les guste o entiendan lo que pongo.
Lo anterior me llevó a retirarme sustancialmente (no del todo) de Facebook y a arrimarme a este blog y a Twitter.
¿Porqué?
Porque tanto en Twitter como aquí, el que quiera leer lo que pongo, lo hace a sabiendas que puedo poner cosas que un día le parezcan simpáticas, otro día le parezcan ofensivas, otro día lo hagan cuestionarse mi sanidad mental, otro día lo hagan cuestionarse su propia sanidad mental y, más importante que todo, otro día no esté de humor y decida no leer lo que escribí, sin que tenga que aparecerte en el ‘feed’ de Facebook por cojones.
Y todo esto porque tenía ganas de contestar la pregunta que nadie me hizo de ¿Por qué un blog?
Pues ahí tienen.
* "Our Frank" Morrissey
Entre otras cuestiones, los autores de las notas en las que se toca la trascendencia de las redes sociales mencionadas, pasan por todas las reflexiones de rito y rigor que el protocolo periodístico obliga en la actualidad, en la línea de:
¿Con las redes sociales se incrementa o disminuye el contacto humano?
¿Son las redes sociales un lugar seguro para la convivencia humana nuestra o de nuestros hijos?
¿Debemos los adultos participar en las redes sociales en las que participan nuestros hijos?
Si ya tengo una cuenta en Facebook para estar en contacto con mis ‘amigos’ ¿Debo solicitar que mis hijos o mi esposo me incluyan como uno de sus ‘amigos’?
¿Qué debo pensar si mis hijos o mi cónyuge no me han aceptado como ‘amigo’ en Facebook?
Entre otras variaciones del mismo tema que, por lo general, desembocan en una retahíla de paranoias de adultos contemporáneos consternados por una serie de temas que van más allá de su control y de lo que puedan comprender medianamente bien..
¿Y como lo van a comprender si comienzan por agrupar sin discriminación alguna, a Facebook, Twitter, Hi5 y MySpace en el mismo rubro de “redes sociales”?
… Y luego, darle ese pinche nombre tan mamón “redes sociales”.
Yo pensaría que se trata de alguien que de a tiro no conoce bien, al menos, dos de los cuatro anteriores, o bien, ha desarrollado una nueva forma de pensamiento en la cual ha logrado despejar la necesidad de toda lógica.
Pero bueno, aprovechando que anda en el aíre, lo que a mí me ha llamado la atención de estos sitios, especialmente en los últimos seis meses (que ha sido cuando los he usado sin ninguna medida ni recato) ha sido la capacidad que tienen la gente para basar su conocimiento del que suscribe, o sea de mi, puramente en las pendejadas que me da por poner ahí.
¡No mamen!
Es impresionante cómo a los ‘amigos de Facebook’ les puede encabronar que seas capaz de hacer dos o tres cosas al mismo tiempo.
No es por joder, pero al menos las cosas que yo pongo en Facebook no requieren más de cinco minutos de concentración para escribirse.
Y, además, yo veo Twitter y Facebook como una especie de plática de bar al estilo de las películas en las que llega alguien a la barra y le cuenta las primeras cinco pendejadas que trae en la mente al cantinero, mientras este último se ríe o finge consternación o de plano desinterés.
No va más allá.
O es el equivalente a irte a echar ‘el cigarrito’ con el cabrón del piso de arriba para desconectarte un poco de todo cuando andas de Godínez en una oficina.
Pero la gente se clava y no lo ve así.
Es particularmente interesante observar cómo les preocupa el tiempo que le dedicas a Facebook
‘Ya ponte a trabajar’
‘Puta ¿Qué no tienes nada mejor que hacer?’
‘Se ve que no hay chamba’
Y, obviamente, dependiendo de quién vengan los comentarios, uno reacciona cagándose de risa, contestándole que a él o ella qué chingados le importa, o bien, tristemente, sintiéndose un poco alienado.
Eso sí, como lo comenté alguna vez en Twitter, que huevos de quien te hace alguno de los comentarios anteriores. Es tanto como quererte tirar mierda diciendo que vieron tu coche en el hotel de paso… Chingá ¿Y tú que hacías ahí? ¿Tu servicio social?
Pero, bueno, si bien Facebook y Twitter son ‘foros’ (otra palabrita que también me toca los cojones) en los que uno se pone de pechito para que lo juzguen, critiquen, molesten, humillen, alaben, entre otras, lo cierto es que, al igual que con el mail:
Es muy difícil transmitir la ironía en un comentario tan breve.
El comentario se queda ahí para que lo lea cualquier cantidad de gente cercana, tanto al remitente como al destinatario.
Lo anterior hace que lo que es ofensivo lo sea mucho más y lo que es buena onda, pueda ser bien o mal interpretado dependiendo del contexto en el que se esté leyendo.
Y así, en un principio, consideré hacer una limpia en Facebook, eliminando a una serie de personajes que creo que, en general, no tienen el humor o no están de humor para mis comentarios, pero cai en la cuenta de que tengo una serie de ‘amigos’ a quienes aprecio o de quienes me gusta estar enterado por distintos motivos, a pesar de que no les guste o entiendan lo que pongo.
Lo anterior me llevó a retirarme sustancialmente (no del todo) de Facebook y a arrimarme a este blog y a Twitter.
¿Porqué?
Porque tanto en Twitter como aquí, el que quiera leer lo que pongo, lo hace a sabiendas que puedo poner cosas que un día le parezcan simpáticas, otro día le parezcan ofensivas, otro día lo hagan cuestionarse mi sanidad mental, otro día lo hagan cuestionarse su propia sanidad mental y, más importante que todo, otro día no esté de humor y decida no leer lo que escribí, sin que tenga que aparecerte en el ‘feed’ de Facebook por cojones.
Y todo esto porque tenía ganas de contestar la pregunta que nadie me hizo de ¿Por qué un blog?
Pues ahí tienen.
* "Our Frank" Morrissey
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