¡Joder! Hoy es uno de esos días en que por razones particulares he estado contento prácticamente el 83% del tiempo. Desde la mañana en la que recibí una inyección...
Sí, sostengamos ese pensamiento por cinco minutos...
1 ...
2 ...
3 ...
4 ...
5 ...
Ya, una vez que hubieron acabado todos los ingeniosos albures que correlacionan las inyecciones con las eyaculaciones masculinas, sigamos:
Como decía, esta mañana recibí una inyección y, sorprendentemente, no me dolió. Más adelante en la mañana, recibí una magnífica noticia en la que fui informado que la película dirigida y escrita por dos sujetos que conozco medianamente bien y por quienes siento un cierto aprecio, fue elegida para participar en una de las categorías del festival de cine de Cannes.
Sí. Cannes.
¿Qué tan chingón es eso?
Mucho... Muchísimo.
Y no me refiero al festival en sí, sino al gusto que me da que dos cabrones que se han roto el puto lomo desde hace varios años para llegar hasta este punto y respecto de los cuales me consta que han puesto cada última gota de sudor, sueño, sangre, hígado, paciencia, entendimiento y comprensión en el desarrollo de este proyecto (dejando de lado todos esos detalles simpáticos a los que todos anhelamos y que caerán próximamente, una vez que se vuelvan Hollywood stars) finalmente, tengan éxito.
En fin...
Si ganan, el mundo reconocerá, confrontará, analizará y discutirá la o las conductas referidas en la expresión "festejar hasta volarse la tapa".
Y gracias a esa sumamente agradable noticia, tuve oportunidad de alejarme un par de horas de las varias molestias de la semana respecto de las cuales no puedo hacer un carajo o dos.
De dichas molestias me parece particularmente relevante referirme ahora a un puñetero proyecto de ley conocida como la "Ley Antiobesidad".
Sin entrar al detalle del contenido del fascista ordenamiento, lo que realmente me llama la atención es la manera en la que poco a poco estos gobiernos de mierda que controlan gran parte de nuestra vida...
¡Lo están consiguiendo!
Pero esta vez, no a punta de pistola, sino mediante el convencimiento de que ES lo correcto.
En mi opinión NO es lo correcto.
¿Porqué?
Porque si bien existen argumentos profundos respecto de la carga que para el sistema de salud patrocinado por el Estado representan las enfermedades asociadas a la obesidad, ello no es suficiente para coartar la libertad que cada quien tiene de elegir algo tan básico como lo que come.
Según yo, la pregunta pertinente sería:
¿Qué podemos hacer, como autoridad o como cuerpo legislativo, para que la gente esté lo suficientemente bien informada como para tomar decisiones pensadas respecto de lo que come?
Porque sí, la llamada "comida chatarra" es muy mala... Malísima.
Como también lo son el uso excesivo de energía eléctrica, agua, o cualquier otro recurso natural... Pero no para el ciudadano de a pie, sino para el Estado que no hizo o ha hecho su labor de garantizar el suministro eficiente de esos insumos...
¡Necesarios en el siglo XXI para llevar una vida medianamente decente!
¿Por ello habría el Estado de tener la facultad de restringir su uso?
Según yo, no.
Sin embargo, lo hace y, lo más peligroso, es que la gente comienza a convencerse de que dicho Estado hace lo que es más conveniente para nosotros.
Y lo es más aun, cuando esos "nosotros" con un mínimo de información, pueden presentar argumentos en el sentido de que es una medida "económicamente sana".
... Tal y como lo son las restricciones bestiales al consumo del tabaco.
Es decir, porque cuestan mucho al Estado.
Sólo sería bueno integrar a los argumentos señalados que, las compañías tabacaleras emplean a mucha, mucha, mucha gente, respecto de las cuales pagan, al dichoso Estado en el que vivimos, contribuciones tales como IMSS, ISR, INFONAVIT y SAR, que sirven PRECISAMENTE para mantener en movimiento el grandemente ineficiente sistema de salud público mexicano.
... Y no se diga de las prebendas, dietas y salarios de nuestros puñeteros gobernantes.
Pero no sólo eso.
Las compañías tabacaleras y las que se dedican a la producción de frituras de maíz tostado o patatas fritas en sus infinitas y violentas variantes o cualquier otra índole de golosinas, son precisamente quienes fungen como los principales consumidores de maíz, patatas, azucar, aceites, harinas, chiles, entre otros muchos insumos.
Insumos cuyo cultivo y siembra hacen que funcione o, mejor dicho, malviva el campo mexicano.
Sí, los productos que consumen las ominosas compañías que el Estado está tan ansioso de destruir por representar demonios imperialistas que están acabando con la salud de nuestros hijos...
Son generados en, gran medida, en el ultrajado, violado, abusado y corrompido campo mexicano.
Pero, tristemente, eso es de lo que dicho campo vive hoy y quitárselos sin un "Plan B" que funcione para algo está muy cabrón.
De tal suerte que la pregunta que está por encima de:
¿Cómo vamos a afrontar el problema de la obesidad?
Es la pregunta de:
¿Cómo vamos a alimentar a la gente que trabaja un campo que hoy, prácticamente, no tiene qué comer, en caso de que le demos en su madre a su principal fuente ingresos?
Y aquí cabe señalar que la "comida chatarra", satanizada en los últimos días, no nació en McDonalds, Burger King, Pizza Hut, KFC, Subway, Frito Lay, Barcel, Marinela, Bimbo, Mars... O sea con los bastiones del imperialismo que nos tiene asfixiados, blah, blah, blah, blah...
Sino con las taquerías; fondas; puestos de fritangas, tamales, atole, champurrado, entre otros... En los tianguis, plazas y mercados mexicanos.
¿O la gente comenzó a ser obesa desde que se abrió la importación de dulces a este país y antes todos eran modelos de Prada?
No obstante, siento que las preguntas anteriores no deberían siquiera estar siendo planteadas, porque, una vez más, delante de ellas está el respeto que el Estado debe tener a la capacidad de elegir libremente de cada uno de los habitantes que lo integran, en materias que NO AFECTAN mayormente el desarrollo de los demás ciudadanos.
Y para jodernos un poco más:
¿No es infamante un ordenamiento que promueve la clasificación de determinadas personas con base en su estado físico?
¿Cuántas condiciones médicas existen que hacen difícil o imposible que alguien baje o se sostenga en su peso ideal?
No lo se, pero yo no quiero que mañana el Estado me diga que además de que no puedo fumar o comer determinadas golosinas, que no puedo tener relaciones sexuales sin protección o con quien me de la puta gana, al auspicio de que la promiscuidad repercute negativamente en el funcionamiento eficiente del sistema de salud pública.
Y antes de que alguien salga con la fascista letanía de:
"¿Te gustaría que tus hijos fumaran/murieran de enfermedades relacionadas con la obesidad/murieran de enfermedades relacionadas con el SIDA/fueran alcohólicos o drogadictos?"
No, obviamente no.
Pero esa educarlos para que conozcan los riesgos de incurrir en los consumos o las conductas mencionadas es mi labor como padre, tutor, guía o maestro, no del Estado, quien claramente está meando fuera de la bacinica si la manera como quiere educar es prohibir a diestra y siniestra.
Y eso es todo en este día de Cannes.
* Rush. Subdivisions.
"... I thought that I knew it all, I'd seen all the signs before. I thought that you were the one... In darkness my heart was won..." DEAD CAN DANCE The Ubiquitous Mr. Lovegrove
viernes, 16 de abril de 2010
miércoles, 31 de marzo de 2010
"Did you ever wake up to find a day that broke up your mind... Destroyed your notion of circular time?" *
No puedo creer todo el tiempo que ha pasado desde mi última entrada en este blog, blah, blah, blah, blah...
Sí, lo cierto es que ha pasado bastante tiempo pero, finalmente, como dirían nuestros estimados vecinos del Norte:
Who's counting?
Y la respuesta es:
Not me, that's for fucking sure.
Pero bueno, el año empezó hace ya casi cuatro meses y probablemente para este momento todas las expectativas de cambio que se hubieren generado en nuestras occidentales mentes, hayan ido desapareciendo paulatinamente, de tal suerte que:
* Prácticamente todo el mundo sigue fumando
* Quien perdió 3.8 kilogramos en enero ya los recuperó (o los va a recuperar en la siguiente temporada vacacional, es decir, Semana Santa)
* Los gimnasios están felices porque, para este momento, todo el mundo está atorado con una mensualidad insoportable pero nadie se para por ahí más que para usar las regaderas, el vapor o ir a desayunar
* Nadie ha leído los veinte libros que pensó que iba a leer hasta antes de Semana Santa, si terminaba uno cada tercer día
* No estás comiendo más sano
* No has cambiado de trabajo y/o no le has demostrado a tu jefe que tú vales más de lo que estás ganando
... Porque es imposible que trabajes más de lo que ya estabas trabajando el 31 de diciembre de 2009.
Sí, el 31 de diciembre... Y el puto de tu jefe quiere que te convenzas de que "todavía puedes dar un poco más... Tu 110%".
En fin, que para efectos míos, ya nos podemos hablar de tet-a-tet, porque a mí me genera una hueva impresionante la gente que tiene ilusiones que no requieren cojones para llevarse a cabo.
Me explico:
Si uno quiere dejar de fumar, bajar de peso, hacer ejercicio, leer más, comer más sano, superarse en tu trabajo, y está esperando una fecha para hacerlo, entonces ese cambio no es realmente tan importante.
O lo que es lo mismo:
¿Qué tanto importa lo que sea que se puede posponer con tanta frialdad hasta que un inexacto calendario cambie de día?
En mi opinión, importa prácticamente nada.
Porque, en general, las cosas que importan se hacen, aunque uno no se de cuenta o no esté de acuerdo.
Y sin mayor transición, paso a tocar el siguiente tema que desde hace dos días me tiene aconojado:
He descubierto que la gente tiene ganas de hablar con alguien.
Y por "gente", además de la gente en sí, me refiero a mí.
Y ayer, discutiendo esto con mi asesor de confianza, le expuse mi teoría de que la gente necesita tener "un dialecto", a lo cual, el asesor, en forma siempre pronta y amable me dijo: "quieres decir 'diálogo', pendejo"
... Y estaba en lo correcto:
La gente necesita tener un diálogo.
Y no me refiero al diálogo chaqueto ese que tiene la gente que habla al radio a refunfuñar, sino el dialogo consistente en obtener una catarsis al estar en total acuerdo o en acérrimo desacuerdo con el papanatas que está hablando en la radio o en la TV.
En mi opinión, lo mismo pasa en los medios escritos y, como muestra, el éxito que han tenido los blogs e inclusive los comentarios que se hacen a las notas periodísticas.
O sea, la gente quiere hacer saber al mundo lo que piensa... Ya sea lo que piensa honestamente o lo que piensa para que la otra gente piense algo sobre ellos, pero existe una necesidad de hablar.
Lo cual me lleva a comentar lo poco y mal satisfecha que está esa necesidad.
¿Porqué?
Porque, para tener esa catarsis que resulta de una plática normal, uno se vuelve adicto a:
* Ultra emputarte con el animal de Luis García por sus "atinados" y "objetivos" comentarios "analíticos" en los partidos de la Champions.
* Querer bajarte del coche, correr hasta las oficinas de Radio Fórmula y propinarle una patada giratoria estilo Chuck Norris en la cara al estúpido de Oscar Mario Beteta porque parece que entre la señal que manda su cerebro a su boca existe und delay de 4.8 minutos.
* Desear ponerle un petardo en el trasero a la disfuncional de Carmen Aristegui porque de plano no encuentra la palabra, término o expresión que está buscando... ¡Nunca!
* Orar porque a Carlos Puig lo ilumine alguien... Prendiéndole fuego en una puta hoguera porque no es posible ser TAN amarillista.
Etcetera, etcetera, etcetera.
¿Y qué pasó con la época en la que uno disfrutaba ir en el auto porque podía aprovechar ese tiempo para escuchar música?
Se acabó.
Porque tenemos hambre de alguna respuesta y/o estamos ansiosos por alguna reacción...
¿No?
Entonces que alguien me expliqué porqué la necesidad de ver el cuerpo masacrado del niño que atropelló el camión que iba conduciendo un hijo-de-puta drogado, o el chivo de siete patas que aparece entre los resúmenes de noticias que dan cada hora en el programa de Loret de Mola Mogollón.
Por lo menos a mí me pasa... Pero estoy haciendo todo lo posible porque ya no me pase y, por ello, a partir del próximo 30 de abril dejaré de escuchar los noticieros en la radio.
O sea, que no me parece tan importante, a pesar de que estoy consciente de que escuchar a esos ojetes me hace daño.
Pero soy un adicto a querer conocer algún resultado u obtener alguna reacción y, contra eso, no se puede hacer nada.
Sin embargo, creo que esta condición de ansia no es privativa de esta ciudad.
En prácticamente todo el mundo "civilizado", existe una adicción a estar perpetuamente "informado"... Y lo pongo entre comillas porque realmente ¿Qué tan informado puedes estar a través de las fuentes tradicionales, mismas que están obsesionadas con alimentarte con toda la grasa que puedan?
Pero, también creo que esa calidad de adicto se ve agraviada por el precio que tenemos que pagar por vivir en esta ciudad, en la que cada día nos castran toda la posibilidad de desahogo mientras que, por otro lado, nos alimentan, literal y metafóricamente, con todo aquello que está clínicamente comprobado que genera depresión, gastritis, ansiedad, asco, odio, diarrea, colitis, acné, calvicie, rash, mala leche, impotencia, preapismo o cualquier otro achaque que te haga más incomodo estar parado en este mundo.
Y dicho lo anterior, me largo.
* Sway. The Rolling Stones.
Sí, lo cierto es que ha pasado bastante tiempo pero, finalmente, como dirían nuestros estimados vecinos del Norte:
Who's counting?
Y la respuesta es:
Not me, that's for fucking sure.
Pero bueno, el año empezó hace ya casi cuatro meses y probablemente para este momento todas las expectativas de cambio que se hubieren generado en nuestras occidentales mentes, hayan ido desapareciendo paulatinamente, de tal suerte que:
* Prácticamente todo el mundo sigue fumando
* Quien perdió 3.8 kilogramos en enero ya los recuperó (o los va a recuperar en la siguiente temporada vacacional, es decir, Semana Santa)
* Los gimnasios están felices porque, para este momento, todo el mundo está atorado con una mensualidad insoportable pero nadie se para por ahí más que para usar las regaderas, el vapor o ir a desayunar
* Nadie ha leído los veinte libros que pensó que iba a leer hasta antes de Semana Santa, si terminaba uno cada tercer día
* No estás comiendo más sano
* No has cambiado de trabajo y/o no le has demostrado a tu jefe que tú vales más de lo que estás ganando
... Porque es imposible que trabajes más de lo que ya estabas trabajando el 31 de diciembre de 2009.
Sí, el 31 de diciembre... Y el puto de tu jefe quiere que te convenzas de que "todavía puedes dar un poco más... Tu 110%".
En fin, que para efectos míos, ya nos podemos hablar de tet-a-tet, porque a mí me genera una hueva impresionante la gente que tiene ilusiones que no requieren cojones para llevarse a cabo.
Me explico:
Si uno quiere dejar de fumar, bajar de peso, hacer ejercicio, leer más, comer más sano, superarse en tu trabajo, y está esperando una fecha para hacerlo, entonces ese cambio no es realmente tan importante.
O lo que es lo mismo:
¿Qué tanto importa lo que sea que se puede posponer con tanta frialdad hasta que un inexacto calendario cambie de día?
En mi opinión, importa prácticamente nada.
Porque, en general, las cosas que importan se hacen, aunque uno no se de cuenta o no esté de acuerdo.
Y sin mayor transición, paso a tocar el siguiente tema que desde hace dos días me tiene aconojado:
He descubierto que la gente tiene ganas de hablar con alguien.
Y por "gente", además de la gente en sí, me refiero a mí.
Y ayer, discutiendo esto con mi asesor de confianza, le expuse mi teoría de que la gente necesita tener "un dialecto", a lo cual, el asesor, en forma siempre pronta y amable me dijo: "quieres decir 'diálogo', pendejo"
... Y estaba en lo correcto:
La gente necesita tener un diálogo.
Y no me refiero al diálogo chaqueto ese que tiene la gente que habla al radio a refunfuñar, sino el dialogo consistente en obtener una catarsis al estar en total acuerdo o en acérrimo desacuerdo con el papanatas que está hablando en la radio o en la TV.
En mi opinión, lo mismo pasa en los medios escritos y, como muestra, el éxito que han tenido los blogs e inclusive los comentarios que se hacen a las notas periodísticas.
O sea, la gente quiere hacer saber al mundo lo que piensa... Ya sea lo que piensa honestamente o lo que piensa para que la otra gente piense algo sobre ellos, pero existe una necesidad de hablar.
Lo cual me lleva a comentar lo poco y mal satisfecha que está esa necesidad.
¿Porqué?
Porque, para tener esa catarsis que resulta de una plática normal, uno se vuelve adicto a:
* Ultra emputarte con el animal de Luis García por sus "atinados" y "objetivos" comentarios "analíticos" en los partidos de la Champions.
* Querer bajarte del coche, correr hasta las oficinas de Radio Fórmula y propinarle una patada giratoria estilo Chuck Norris en la cara al estúpido de Oscar Mario Beteta porque parece que entre la señal que manda su cerebro a su boca existe und delay de 4.8 minutos.
* Desear ponerle un petardo en el trasero a la disfuncional de Carmen Aristegui porque de plano no encuentra la palabra, término o expresión que está buscando... ¡Nunca!
* Orar porque a Carlos Puig lo ilumine alguien... Prendiéndole fuego en una puta hoguera porque no es posible ser TAN amarillista.
Etcetera, etcetera, etcetera.
¿Y qué pasó con la época en la que uno disfrutaba ir en el auto porque podía aprovechar ese tiempo para escuchar música?
Se acabó.
Porque tenemos hambre de alguna respuesta y/o estamos ansiosos por alguna reacción...
¿No?
Entonces que alguien me expliqué porqué la necesidad de ver el cuerpo masacrado del niño que atropelló el camión que iba conduciendo un hijo-de-puta drogado, o el chivo de siete patas que aparece entre los resúmenes de noticias que dan cada hora en el programa de Loret de Mola Mogollón.
Por lo menos a mí me pasa... Pero estoy haciendo todo lo posible porque ya no me pase y, por ello, a partir del próximo 30 de abril dejaré de escuchar los noticieros en la radio.
O sea, que no me parece tan importante, a pesar de que estoy consciente de que escuchar a esos ojetes me hace daño.
Pero soy un adicto a querer conocer algún resultado u obtener alguna reacción y, contra eso, no se puede hacer nada.
Sin embargo, creo que esta condición de ansia no es privativa de esta ciudad.
En prácticamente todo el mundo "civilizado", existe una adicción a estar perpetuamente "informado"... Y lo pongo entre comillas porque realmente ¿Qué tan informado puedes estar a través de las fuentes tradicionales, mismas que están obsesionadas con alimentarte con toda la grasa que puedan?
Pero, también creo que esa calidad de adicto se ve agraviada por el precio que tenemos que pagar por vivir en esta ciudad, en la que cada día nos castran toda la posibilidad de desahogo mientras que, por otro lado, nos alimentan, literal y metafóricamente, con todo aquello que está clínicamente comprobado que genera depresión, gastritis, ansiedad, asco, odio, diarrea, colitis, acné, calvicie, rash, mala leche, impotencia, preapismo o cualquier otro achaque que te haga más incomodo estar parado en este mundo.
Y dicho lo anterior, me largo.
* Sway. The Rolling Stones.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)